22 julio 2015

La creciente "inteligencia" de las máquinas acentúa dilema de limitarla o no

La capacidad de las máquinas para aprender y superar desafíos por sí mismas supera ya en muchas áreas el talento del hombre, una destreza creciente que acentuará el dilema ético sobre si limitar en algún momento la inteligencia artificial, afirmó a EFEfuturo la directora científica de Telefónica I+D.



Procesadores superpotentes y altas capacidades de almacenaje cada vez más baratos con la disponibilidad de cantidades ingentes de datos (Big Data) analizados en tiempo real han permitido en los últimos años alcanzar enormes progresos en técnicas de inteligencia artificial, dando lugar a una nueva era informática con máquinas capaces de enfrentarse por sí solas a retos cada vez más avanzados.



"Cada vez en más tareas los algoritmos superan a los humanos", asegura Nuria Oliver, que además es cocreadora del área de investigación en Telefónica y experta en inteligencia artificial y de datos (Big Data), en interacción persona-máquina (HCI) e informática móvil.



Oliver es una de las investigadoras más destacadas en España y ha recibido galardones tan prestigiosos como el Premio TR100 a jóvenes innovadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) o un Rising Talent del Foro de Mujeres para la Economía y Sociedad.



Según Oliver, en los últimos años ha habido grandes avances en la capacidad de aprendizaje y modelado de algoritmos de inteligencia artificial, y cada vez las máquinas realizan más funciones hasta ahora sólo en manos del hombre.



Por ejemplo, reconocimiento de imágenes con algoritmos que ya "reconocen mejor" objetos en imágenes a cómo lo hacen los humanos.



La capacidad de almacenamiento de ingentes cantidades de datos con procesadores cada vez más rápidos y baratos permite realizar automáticamente cálculos impensables para el hombre.



Así, las máquinas son ya muy buenas a la hora de establecer patrones mediante comparativa de millones de indicadores analizados en tiempo real para elegir la mejor opción de entre miles de ellas.



La experta ha avanzado que, en unos años, podrían existir procesadores con capacidad de procesamiento similar a la del cerebro humano, y el interrogante sería saber "qué se podría llegar a hacer con toda esa capacidad de computación".



Varias figuras de la máxima talla de la ciencia y la tecnología vienen manifestando su preocupación por esta nueva senda tomada por la inteligencia artificial, cuyo límite se desconoce.



Para Oliver, lo importante es asegurar "valores y principios éticos muy claros en los desarrollos y usos de la tecnología" para enfocarlos a un sinfín de "fines positivos" en áreas como la medicina, la ciencia, el medioambiente o la educación.



"Grandes retos a los que nos enfrentamos como especie humana, tipo calentamiento global, envejecimiento demográfico, enfermedades crónicas, riesgo de pandemias o la pobreza, se podrán afrontar con tecnología, que será un aliado imprescindible", señala.



A su juicio, "la tecnología es una herramienta que puede hacer mucho bien, pero también mucho mal, como cualquier otra: un cuchillo puede usarse para salvar o quitar vidas".



El mundo tecnológico avanza tan rápido que cada vez será más importante, "crítico, de hecho", que las generaciones futuras los conozcan más profundamente para tener capacidad también creadora y no sólo usuaria.



Oliver es optimista y positiva respecto al grandísimo potencial de la tecnología, pero advierte del riesgo, si no se impide, de que en el futuro "sólo una elite sepa cómo funciona lo tecnológico mientras una gran masa desconoce cómo se desarrolla y evoluciona".



En Telefónica, su investigación principal es el modelado del comportamiento humano a nivel individual y agregado mediante analítica de datos y técnicas de inteligencia artificial y aprendizaje por ordenador.



Entre sus objetivos, el desarrollo de sistemas de recomendación de productos y servicios para usuarios de tecnologías que vayan mucho más allá en complejidad y personalización que los actuales.



En su equipo se busca interpretar mejor los mensajes orales: no sólo su contenido sino la forma de decirlos, con algoritmos que también dilucidan el estado anímico del emisor.



Otro grupo a su cargo estudia la interacción persona-máquina, especialmente dispositivos móviles con sistemas inteligentes integrados, que entiendan mejor a sus usuarios y sepan cómo son.



También trabaja en la búsqueda de patrones de comportamiento de poblaciones o países enteros con fines humanitarios, dentro del área del "Big Data para el Bien Social".

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