18 agosto 2017

Julio, siguiendo la línea negra de la Robótica



Primero, arma la pista. Después calibra los sensores que, me explica, deben identificar si van a seguir una línea negra o una línea blanca. Suena un pitido y Julio Gamarra Calvo, el último campeón de la categoría III en la Feria de Robótica organizada por la Fundación Infocal en Cochabamba, dice que “está con tres segundos de calibración”. A continuación, el auto robot se mueve a toda velocidad sin despegarse de la línea negra.

Ahora estamos en su casa, en Sucre, pero en junio pasado su robot le ganó a otro en la modalidad Persecución. Un video muestra el momento de suspenso que se vivió en la gran final de la feria cochabambina. Él resultó triunfador porque su auto pescó a un rival tras varias vueltas de altísima velocidad sin salirse de la pista, de la línea negra. En total, fueron 10 participantes.

Julio —que generalmente trabaja con su amigo Roberto Viscarra y fue también por ese esfuerzo conjunto que obtuvo el referido primer lugar— logra que sus robots alcancen semejante aceleración gracias a la preparación de sensores aptos para tomar velocidades grandes en una pista de Seguidores de Línea, la modalidad en la que cada vez aparecen más competidores en Bolivia.

Seguidor de línea

En palabras de Gamarra, esta categoría se creó a partir de la necesidad de las fábricas o empresas de que sus robots puedan llevar objetos a determinados lugares. “Les trazan una trayectoria con línea negra, de tal forma que solamente sigan ese recorrido. Así se idearon las competencias, para que lo hagan de la forma más rápida posible”.

Ahora tiene 23 años pero su pasión por la Robótica comenzó cuando tenía 12 y en Sucre prácticamente no había capacitadores. “Encontramos a un señor y nos dijo que el mes iba a costar 300 dólares”, comenta a ECOS mientras recuerda cómo debido a ese alto costo no tuvo más alternativa que investigar por su propia cuenta.

Al principio, siendo un niño, Julio desarmaba timbres, mouse y televisores; se “hacía patear” por la electricidad. Hasta que creció y decidió seguir la carrera de Ingeniería Electrónica. “A mí no me enseñaron Robótica, pero me dediqué a esta área y ahora yo enseño Robótica para facilitarles a los chicos”, complementa este joven maestro.

Sus alumnos

Julio Gamarra tiene alumnos particulares y, paralelamente, “identificamos a los chicos que tienen mayor interés, a los que destacan en la parte de electrónica; les invitamos a venir acá, donde les dictamos clases gratuitas como una forma de prepararlos para las olimpiadas”.

En el living de su casa hay una pizarra blanca con un diagrama que tiene números y letras: está la k, la g, la f, la n. Son cuadrados y líneas numerados y letrados.

Al lado, una estructura de un par de metros de largo y uno y medio de ancho, tiene dos pisos y tubos PVC de plástico, con agujeros, en el segundo. Hay dos pequeños ventiladores con cajitas encima a los extremos: una dice “ventilador encendido”, la otra “nivel de agua bajo”. Es el proyecto de hidroponía, uno de los tantos que él asesora y que consiste en un cultivo de plantas, sin tierra.

Son plantas sobre agua y por este proyecto sus alumnos, a partir de los 13 años, controlan el nivel del líquido elemento. “Lo interesante es que los chicos van programando todo desde cero”, explica, con satisfacción, Julio.

En su casa recibe a una veintena de estudiantes, tanto de colegios fiscales como particulares. Su padre dice que en las tardes, este living familiar se llena de niños y se transforma en una “escuela”.

Pero, ¿es indispensable ser una especie de “niño genio” para participar de estas clases? Respuesta de Julio: “Cualquier persona puede participar, no hace falta tener conocimientos. Si no sabes nada, nosotros te vamos a enseñar. Después cada profesor se va dando cuenta de quiénes son los chicos que más interés le ponen”.

Los resultados

Julio Gamarra, junto con Roberto Viscarra, que desde la universidad acompaña su pasión por la Robótica, prepararon a un estudiante del colegio Simón Rodríguez, Oscar Arnez, quien obtuvo el primer lugar en un evento organizado en La Paz. Esto le habilitó para representar a Bolivia en un campeonato internacional.

Ahora, los tres serán parte de la delegación boliviana que estará en la VII Final Continental de la Liga Latinoamericana de Robótica de Competencia, Robomatrix 2017, a realizarse en octubre próximo en Morelia, estado de Michoacán, México.

Tanta Gamarra como Viscarra son, por otra parte, capacitadores de los Centros de Capacitación Tecnológica de la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB), un exitoso proyecto impulsado por la senadora Nélida Sifuentes.

De alguna manera ambos jóvenes, que contaron con la guía del profesor Saíd Pérez en la Carrera de Ingeniería de Sistemas de San Francisco Xavier, son precursores de la Robótica al preparar a promesas de esta rama de la ingeniería.

En la vida real

Pese a su juventud, Gamarra y Viscarra han sido varias veces convocados por empresas o profesionales locales para resolver problemas de difícil solución. “No solamente nos dedicamos al área d Robótica, también a arreglar sistemas cuando los técnicos no los pueden arreglar; por ejemplo, en máquinas de odontología. Nos llaman, analizamos cómo funciona y lo hacemos desde cero”, explica Julio.

De esta manera buscan aplicar la Robótica, y en general la ingeniería, a los problemas de la vida diaria. Este egresado de Ingeniería da otro ejemplo: “A veces nos piden que programemos un sistema para controlar el encendido y apagado de las luces de una casa mediante el celular, incluso desde otra ciudad”.

Todo, además de la preparación, es producto del esfuerzo. Nada se consigue sin voluntad. “Tienes que dedicarle mucho tiempo”, reflexiona Julio, “yo trabajo todos los días, incluso no salgo mucho por seguir aprendiendo. Es tan interesante y se te pueden abrir tantas puertas si logras solucionar algunos problemas…”.

Un reto difícil

Dice que el reto más difícil para él ha sido controlar una mano robótica a través de sus movimientos, es decir, que la mano artificial imite al ser humano (prótesis robótica o control de movimientos para abrir o cerrar la mano). Se ayuda de una impresora en 3D, con el objetivo de brindar una solución a las personas discapacitadas.

En estos casos la limitante siempre son los recursos económicos. Julio Gamarra tiene la intención de aportar con sus conocimientos a causas sociales, pero, fabricar estos productos en grandes cantidades resulta muy costoso. •


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