24 marzo 2017

Darwin, un robot que ayuda a niños con parálisis cerebral



Investigadores del Instituto de Tecnología de Georgia (Estados Unidos) están empleando robots para ayudar a niños y adultos a satisfacer sus necesidades fisioterapéuticas. Y han descubierto que combinar un sencillo juego con palabras de ánimo y consejos les ayuda a esforzarse más que cuando realizan los ejercicios por su cuenta.

Por ello, dichos investigadores programaron a Darwin (un robot) para que sea capaz de animar a los niños a jugar un papel activo dentro de la terapia física. Este robot socialmente interactivo puede usarse en casa, según indica la directora del proyecto, Ayanna Howard.

"Uno de los principales problemas con la fisioterapia es que los niños no reciben el nivel suficiente", afirma Howard. "Para que resulte eficaz, hay que hacerlo cada día", añade.

Tanto los niños con parálisis cerebral como los que tienen algún problema de autismo o los que se recuperan de una lesión cerebral traumática, pueden usar a Darwin para complementar los servicios proporcionados por un médico.

Este robot se encarga de participar en los ejercicios, supervisando que se realicen de manera correcta y animando a los niños con comentarios motivacionales y correctivos.

Gracias a unos sensores, Darwin puede monitorizar en 3D los movimientos de los niños.

De esta manera, puede verificar si se están haciendo correctamente.

Darwin está siendo usado en algunas clínicas y hogares con niños que sufren parálisis cerebral, algún problema de autismo o que se están recuperando de una lesión cerebral traumática. La idea de los investigadores es crear un programa piloto a largo plazo para evaluar el potencial de los robots, antes de ponerlos en el mercado.

Howard sugiere que un robot como Darwin también podría trabajar con pacientes de tercera edad. Podría recordarles que deben tomar su medicación y ayudarles a realizar sus ejercicios diarios.

De hecho, una foca robótica llamada Paro, hecha en Japón, ya está trabajando en algunas residencias de tercera edad, donde ayuda a reducir el estrés de los pacientes.

La profesora de la Universidad del Sur de California (EEUU) Maja Mataric, que estudia la robótica social, afirma que el mayor reto consiste en averiguar la dinámica de la interacción robot-humano. La experta explica: "Tenemos que entender lo que los usuarios realmente necesitan y lo que quieren, que normalmente no son las mismas cosas. Los retos que nacen de entender mejor a la gente para generar tecnologías 'que enganchen' parecen seguir siendo los más difíciles".

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