26 enero 2016

La primera transmisión de TV fue hace 90 años



El ingeniero y físico escocés John Logie Baird consiguió hace 90 años realizar la primera retransmisión de televisión, convirtiéndose así en "padre" de un invento que revolucionaría las comunicaciones, la sociedad y la cultura.

Desde un laboratorio de Londres, un chico de Helensburgh (costa oeste de Escocia), exalumno de la Universidad Glasgow -hoy llamada Strathclyde University- logró un 26 de enero de 1926 emitir las primeras imágenes salidas de un aparato de televisión, mostrando la grabación de un amigo de su oficina.

Lo hizo ante miembros de la Royal Institution y un periodista del periódico británico "The Times", y fue la primera demostración de un sistema de televisión que transmitía imágenes en movimiento en directo, que medían 8,9 por 5 centímetros y con graduaciones de tono.

Previamente, el 25 de marzo de 1925, Baird ya había divulgado una proyección televisada en los conocidos almacenes londinenses Selfridges pero entonces, al no tratarse de una imagen dinámica, sino estática, no se consideró una retransmisión televisada.

Para lograr su primer éxito, Baird se apoyó de conocimientos extraídos de avances previos, como el llamado disco Nipkow, que en 1884 patentó el estudiante alemán Paul Nipkow, y que consistía en el primer sistema de televisión electromecánico.

En 1927, tan solo un año después de esa primera imagen, Baird logró transmitir una señal de Londres a Glasgow, a través de un cable de teléfono, y, en 1928, su empresa, Baird Television Development Company, consiguió la primera señal de televisión transatlántica entre Londres y Nueva York.

La posibilidad de ver a distancia

Ese logro se consideró la primera demostración realizada a nivel mundial de la televisión: la posibilidad de "ver a distancia", que revolucionaría las comunicaciones, la sociedad y la cultura.

En 1929 su sistema de barrido mecánico de 240 líneas, con el que la imagen se volvió mucho más nítida, fue adoptado experimentalmente por la British Broadcasting Corporation (BBC) y alrededor de 1930 se comercializó el modelo de televisor "Plessey", con el cual los espectadores británicos podían seguir las emisiones de la época.

También por entonces, la oficina de Correos de Alemania trabajaba por su cuenta en un sistema de emisión de televisión basado en su modelo electromecánico y sus servicios técnicos fueron requeridos por científicos alemanes para conseguir que aquél fuera el primer país en disponer de una red de televisión por cable.

Posteriormente, en 1935, la BBC se decantaría por el sistema de televisión Marconi, totalmente eléctrico, dejando de lado la variante mecánica del ingeniero escocés, quien continuó investigando.

La TV en la Segunda Guerra Mundial

Durante los años de la II Guerra Mundial, Baird se centró en el desarrollo de la televisión en color, y el 16 de agosto de 1942 realizó la primera demostración pública de un tubo electrónico de tonalidades.

Para desarrollar su "tele", Baird se sirvió de fondos económicos que obtuvo mediante otro de sus inventos, unos calcetines químicamente impermeables, destinados a que los pies de los soldados se mantuvieran calientes en las trincheras, que ideó en 1917.


Nacido el 14 de agosto de 1888, el más joven de cuatro hermanos e hijo de un reverendo escocés, a Baird se le conocía desde niño un ávido interés por la tecnología y la ciencia.

Baird, un brillante científico

Fue un hombre inquieto y emprendedor, que se atrevió con negocios variopintos antes de inventar el televisor.

Tras lograr un considerable éxito con la "tele", al ingeniero escocés le ofrecieron comprarle la participación de su propia compañía por 100.000 libras, oferta que rechazó al argumentar que sería incapaz de dormir por la noche sabiéndose poseedor de tal fortuna.

Después de la televisión, se centró en instalar equipamiento de transmisión en aparatos militares y en desarrollar pantallas grandes de televisores.

Baird falleció en Bexhill-on-Sea (East Sussex, Inglaterra) el 14 de junio de 1946, por un accidente cerebrovascular. Setenta años después de su muerte, continúa siendo reconocido como uno de los diez científicos escoceses más grandes de la historia.

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