05 junio 2011

“Bolivia es uno de los países más difíciles para hacer negocios”

Pagina Siete

Página Siete entrevistó esta semana a Marcelo Claure, el empresario más exitoso de Bolivia. El propietario de Brightstar, la mayor comercializadora de celulares del mundo, que opera en 61 países, tiene una fortuna de 1.000 millones de dólares según la revista América Economía.

Página Siete.- Nos gustaría conocer el origen de la actividad empresarial de su empresa Brightstar.

Ya son unos 13 años desde que comenzamos en el rubro de la telefonía celular, primero con una pequeña tienda de teléfonos celulares en Boston, Estados Unidos. Allí encontramos una manera interesante de vender teléfonos. Sacamos un anuncio en los periódicos y teníamos choferes con teléfonos celulares listos para la venta parqueados por todo el estado de Massachusetts.

Después, de una tienda llegamos a tener cerca de 500 en todo Estados Unidos. Una cosa que aprendimos en ese entonces era que a pesar de que éramos de los compradores más grandes de teléfonos celulares, el servicio que nos daban los distribuidores era bastante deficiente.

Entonces había dos empresas muy grandes de distribución de celulares, Star y Bright Point. Lo que hicimos fue sacar la mitad del nombre de cada una para hacer la empresa Brightstar. Luego vendimos la cadena de tiendas y eso nos ayudó a tener el capital de trabajo necesario para seguir con nuestra siguiente fase, ser un distribuidor mundial de celulares y servicios de telefonía en el mundo.

El primer país con el que hicimos negocios fue Bolivia. Telecel fue nuestro primer cliente y nos dio la oportunidad de manejar toda su cadena de abastecimiento. De ahí nos fuimos a México, Brasil, Chile, Colombia y otros países.

Poco a poco fuimos ganando mercados, hasta que entramos a Estados Unidos. Normalmente son empresas norteamericanas las que van a América Latina, no al revés. Nos asociamos con la empresa telefónica Verizon, una de las más grandes del mundo, con lo que nuestra presencia en Estados Unidos se hizo fuerte; después fuimos a China e India.

Página Siete.- ¿Cuál es el modelo que emplea?

Nosotros pensamos que un operador de telefonía celular ya tiene suficiente trabajo con mantener una red y captar clientes; entonces ahí aparece Brightstar para ayudar a los operadores de telefonía celular en provisión de celulares y toda la logística, a ayudar a las empresas a tener el producto correcto en el momento, precio y lugar correctos.

Hoy vendemos más de 100 millones de celulares anualmente. Y asumo que uno de cada 12 celulares en el mundo es comprado y manejado por nosotros. Somos el distribuidor de celulares más grande del mundo, lo que significa que los adquirimos más baratos que la competencia; así les ofrecemos también precios más baratos a las operadoras.

Tenemos invertidos en este negocio más de 3.000 millones de dólares. Hoy compramos y distribuimos teléfonos, los fabricamos y desarrollamos el software en nuestros centros de investigación. Nos hemos ido expandiendo y nuestro rol en la cadena pasó de ser sólo de comprador y vendedor de celulares a fabricante y desarrollador de software. Diseñamos teléfonos, los fabricamos y los distribuimos. Y la empresa tiene presencia en 61 países del mundo. Por eso ha sido nombrada como la empresa latina más global del mundo.

Página Siete.- ¿Y en Bolivia qué presencia tiene?

En Bolivia tenemos una parte grande del mercado legal, pero que es muy pequeño con respecto al total. Hoy en Bolivia se venden más de un millón de celulares al año, pero sólo pagan impuestos aproximadamente unos 50.000 de ellos, es decir el 5% del mercado. De esos 50.000 nosotros tenemos el liderazgo.

Le hemos demostrado al Gobierno la cantidad de contrabando de celulares que existe en nuestro país, que debe ser uno de los más altos en el mundo.

Nos gustaría instalar una fábrica de teléfonos celulares, pero a cambio de que controlen el contrabando.

Página Siete.- ¿Y qué opina el Gobierno de esta propuesta de instalar una fábrica?

Creo que hay un alto grado de interés. Pero Bolivia es un país difícil, siempre hay otros problemas, siempre hay una crisis. Nosotros estamos abriendo fábricas en 20 países del mundo. Por ejemplo, nuestra fábrica en Argentina produce cerca de diez millones de teléfonos al año. Allí estamos con el control del 75% de todo el mercado, y empleamos a 1.000 personas.

Yo creo que poco a poco se darán resultados en Bolivia, pero se avanza a una velocidad que es más lenta que en otros lugares del mundo.

Página Siete.- ¿Cuáles son las principales dificultades que se puede mencionar para la inversión en el país?

Creo que todo es difícil, para mí ha sido un aprendizaje. Tengo a Brightstar Bolivia, que es un negocio pequeño de celulares, y el fútbol, que supone la responsabilidad de administrar el club más importante de Bolivia.

Hay otras cosas como querer hacer un edificio en el actual Centro Bolívar, que es algo bueno para la ciudad, con una inversión de más de diez millones de dólares, pero es muy difícil conseguir los permisos de construcción y todo el papeleo. Incluso la embajada francesa, que es vecina, ha señalado que nuestro edificio les va a generar un problema de seguridad.

Debería ser un orgullo para cualquier país tener una fábrica de celulares, por ejemplo, pero aquí siempre es difícil. En Nigeria, un país menos desarrollado, su Gobierno es notable, la cantidad de incentivos que nos dan para poner una fábrica ha sido muy grande. Y en otros 19 países. Y acá, cuando uno viene, tienes que luchar y estar nadando contra la corriente.

Tengo la suerte de administrar empresas en 61 países del mundo y, definitivamente, categorizaría a Bolivia como uno de los países más difíciles para hacer negocios. Para hacer cualquier cosa. Nada es fácil.

Página Siete.- ¿Cuánto le lleva abrir una empresa en los países donde está y en Bolivia?

Depende, en Estados Unidos es un récord. Estableces una empresa en cinco minutos. Vas al internet, pones tu nombre, el de tu empresa, te registras, chequean “on line” tus datos y en cinco o diez minutos tienes una empresa. Lo peor es Rusia por el nivel de burocracia. Allí te puede tomar de seis meses a un año. Bolivia está al medio.

Página Siete.- ¿Usted ya ha abandonado la posibilidad de instalar una fábrica de celulares en el país?

No, para nada. La característica número uno de mi trabajo es la perseverancia y lo voy a hacer, con el Gobierno que esté, porque me interesa contribuir al país. Pero pedimos lo mínimo, que el Gobierno pare el contrabando, ésa es nuestra demanda. Es inaudito que el 95% de los teléfonos celulares en este país entre por contrabando.

Página Siete.- ¿Cuántos celulares producen sus fábricas?

Fabricamos y armamos cerca de 35 millones de celulares en todo el mundo.

Página Siete.- ¿Cómo debería funcionar su fábrica en Bolivia?

Lo importante de un teléfono celular y su fábrica es que se comienza con el sistema de ensamblaje, pero luego es importante incentivar a que se hagan pequeñas fábricas alrededor de la de los celulares, que sean los proveedores de materiales hechos en Bolivia. ¿Qué podemos hacer en Bolivia? Las cajas, los manuales, los display, los cargadores y otros muchos insumos.

Por ejemplo en nuestra fábrica en Tierra del Fuego, Argentina, hacemos desde los tornillos, los plásticos, los manuales, las cajas, las carcasas y, lo más importante, el software es local. La gente quiere aplicaciones que le permitan conectarse con cosas de su propio país, con su gente, su barrio. Quieren redes sociales locales; no aplicaciones sobre lo que pasa en EEUU. Y ese software lo fabricamos en Argentina.

Página Siete.- ¿Actualmente cuánta gente trabaja en sus fábricas en el mundo?

Tengo más de 3.000 personas empleadas. En Argentina, por ejemplo, tengo más de 1.000. Allí tenemos el control de cerca del 75% del mercado.

El otro día la presidenta Cristina Kirchner les decía a los argentinos: ‘no puede ser que sea un empresario boliviano el dueño del 75% del mercado’. El presidente Chávez lo mismo. Tenemos el 60% del mercado de Venezuela. Entonces digo yo, ¿por qué no en Bolivia? Ésa es mi frustración interna, pero vamos a seguir luchando hasta que se dé.

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