26 febrero 2017

¿Puede un robot sustituirte en el trabajo?

"La raíz de nuestros problemas no es que estamos en una gran recesión, o un gran estancamiento, sino más bien en las primeras etapas de una gran reestructuración. Nuestras tecnologías están avanzando, pero muchas de nuestras habilidades y organizaciones están rezagadas. Por lo tanto, es urgente que entendamos estos fenómenos, discutamos sus implicaciones y presentemos estrategias que permitan a los trabajadores humanos avanzar con las máquinas en vez de competir contra ellas".

Esta cita de los investigadores del MIT Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee en su libro La carrera contra las máquinas (2011) puede sonar apocalíptica. Pero es que el temor del hombre a las máquinas no es nuevo: es una historia de más de 200 años que la realidad ha confirmado una y otra vez. Y no será diferente en el futuro.

Cuando se habla de robotización inmediatamente vienen a la mente imágenes como el de las películas el Hombre Bicentenario o Terminator. Pero estos no son los robots que han ido desplazando a obreros y trabajadores en muchas industrias.

Son esas máquinas con gigantescos brazos armados que ensamblan autos o equipos pesados presentes en la construcción de grandes obras de infraestructura, e incluso los precisos aparatos para producir los teléfonos celulares. Y por qué no, también son esas lavadoras con diferentes programas de lavar, o la aspiradora inteligente que identifica los tipos de superficies y actúa acorde a ellos.

Si bien la tecnología, en general, ha resultado una bendición para la humanidad, no hay que dudar que sus costos y el impacto en la vida de miles de millones han sido dramáticos. De hecho, los mismos investigadores en su libro "La segunda era de las máquinas (2014)" pronostican que debido a la tecnología, en el futuro millones quedarán sin empleo: "Las máquinas ya no solo realizan tareas repetitivas y rutinarias, sino que cada vez son más capaces de realizar cosas que antes se nos antojaban imposibles como conducir vehículos, diagnosticar enfermedades u ofrecer asesoría financiera", señala McAfee.

Máquinas vs. hombre

Según cifras del informe 2016 de la Federación Internacional de Robótica (IFR en inglés), para el año 2019 el número de robots industriales instalados en el mundo se incrementará a unos 2.6 millones de unidades, es decir, cerca de un millón de unidades más de las que había en 2015, un año récord para esa industria. Al ver el desagregado, cerca del 70 por ciento de los robots están ahora desplegados en los sectores automotriz, electrónica/eléctrico, metales y maquinaria industrial.

La Unión Europea encabeza la lista de regiones donde existe el mayor uso de robots en las industrias: el 65 por ciento de los países con una cantidad por encima del promedio de robots industriales por 10.000 trabajadores están en la zona euro. Le sigue China de cerca, y se pronostica que para 2019, el 40 por ciento del volumen del mercado mundial de la industria robótica se venderá en este país.

Pero como se mencionó antes, los robots no solo están en las industrias. También están cada vez más presentes en los hogares. Siempre según la IFR, la cantidad de robots en hogares domésticos -como por ejemplo los que limpian pisos, cortadoras de césped, limpiadores de piscinas, entre otros- se incrementará a 31 millones entre 2016 y 2019, lo que representa ventas de unos 13.000 millones de dólares en ese periodo.

Es cada vez más habitual que las máquinas puedan realizar tareas rutinarias con mayor rapidez y a un costo menor que los seres humanos, y muchas de las actividades que hoy en día se consideran no rutinarias (como la traducción, la suscripción de seguros o incluso los diagnósticos médicos) en el futuro podrían ser ejecutadas igualmente bien por las computadoras.

En un informe realizado por el jefe de economistas departamento de investigación de Unicredit, Harm Bandholz, y titulado "Las consecuencias económicas y sociales de la robotización" se destaca que aunque la evidencia sobre el impacto del uso de robots en el mercado laboral es aún incipiente "ya existen cada vez más estudios que comienzan a respaldar la idea de que estos aparatos aumentan la productividad, los salarios, e incluso la demanda total de mano de obra, pero, sobre todo, benefician a los trabajadores más calificados", a costa de aquellos que tienen calificaciones y salarios medianos y bajos.

Según datos del Banco Mundial, la proporción de empleos amenazados por la automatización alcanza el 69 por ciento en India, el 77 por ciento en China y nada menos que el 85 por ciento en Etiopía. Si bien no se menciona a América Latina, no hay que negar que esta ola también está impactando a la región.

¿Cómo hacer frente a esta realidad?

Si bien el desplazamiento del empleo y la pérdida de puestos de trabajo provocados por el cambio tecnológico son parte indisoluble del progreso económico, los expertos reconocen que los robots han reducido la necesidad de que las personas realicen tareas arduas, repetitivas o peligrosas. Asimismo, han permitido liberar recursos humanos y financieros que pueden reasignarse a sectores de mayor rentabilidad. Esto es especialmente apreciado en países que envejecen con rapidez o en aquellos donde la población disminuye, o en profesiones donde el personal capacitado escasea. La medicina a distancia y los diagnósticos automatizados, por ejemplo, permiten que los expertos médicos atiendan a muchas más personas, aún a la distancia, en zonas donde faltan doctores.

Pero el problema, como se ve ahora, es que los trabajadores en los diferentes niveles de ingreso y calificación no se benefician en la misma medida, por lo que el resultado inmediato es que la robotización está aumentando aún más la desigualdad en los ingresos.

Los expertos consideran que el acceso a la educación de calidad y el desarrollo de habilidades desde edades tempranas pueden contrarrestar el efecto de los robots en el mercado laboral.

"Tenemos que repensar nuestro sistema educativo. Dado que los robots y las máquinas son capaces de hacerse cargo de un número cada vez mayor de tareas, los seres humanos tienen que centrarse en sus ventajas comparativas, que incluyen las habilidades no cognitivas", afirma Bandholz.

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