29 septiembre 2015

Seguro que tienes amnesia digital

Tener Wikipedia o Google Maps en tu móvil no significa que puedas dejar de memorizar conceptos, lugares o teléfonos. Si lo haces solo contribuyes a que tu memoria sufra las consecuencias.

Ser capaz de recordar algo que pasó hace 10 años, pero no el número de teléfono de tu hermano o tu hijo, es más habitual de lo que puede parecer. Así lo señala un estudio llevado a cabo por la empresa de seguridad informática Kaspersky Lab, revelando que las personas que se conectan habitualmente a Internet no recuerdan, en un 44 por ciento de los casos, el número de sus hijos, o en un 55 por ciento , el de su trabajo.

El psicólogo Enrique García Huete, director de Quality Psicólogos y profesor de la Universidad Cardenal Cisneros, nos explica qué es la llamada amnesia digital y qué podemos hacer para no perder la memoria.

UN NUEVO MAL TECNOLÓGICO

Dependemos cada día más de las tecnologías, y esto trae consecuencias que ya notamos en nuestra cabeza, en nuestra memoria. Enrique García lo tiene claro, “la memoria es un músculo que hay que entrenar y repetir”. Antes, por ejemplo, conocíamos los teléfonos de las personas de nuestro entorno “por repetición”, había que marcarlos. Ahora ya no hace falta.

Pero además tenemos varios dispositivos electrónicos, aplicaciones y programas que nos dicen las citas que tenemos a lo largo del día, lo que significa una palabra, cómo llegar a un sitio, qué canción es la que está sonando, las reuniones en el trabajo, los cumpleaños de nuestra madre o el santo de nuestro primo.

Delegamos la responsabilidad de recordar nuestro día a día al móvil, la tablet o el ordenador.

“La cabeza tiene un mecanismo que es el siguiente: cuando sé que se me va a recordar externamente algo, dejo de recordarlo internamente, y sí que es cierto que todos estos cambios están haciendo que esa parte de memoria (no otras) se vaya perdiendo”, apunta el experto, añadiendo que no “podemos generalizar” y aplicar este fenómeno a todos los tipos de memoria, sino a la “memoria de evocación y recuerdo”, que es a la que afecta.

Por tanto, estamos perdiendo todo ese “proceso de esfuerzo de memoria, así como los elementos que funcionan por asociación”, pues “la memoria viene acompañada de un esfuerzo, y todo ser humano intenta hacer el menor esfuerzo posible”, apunta el especialista.

Los síntomas de esta amnesia digital no son entendidos como patológicos; “pero desde luego, pregúntate a ti mismo, ¿Cuántos números de teléfono te sabes?, ¿Cuántas veces tienes que mirar la agenda para recordar lo que tienes que hacer?”, indica Enrique García.

ANSIEDAD POR PERDER

TU “DISCO DURO EXTERNO”

Hacer comparativas es factible en adultos, porque los adolescentes han nacido con un móvil debajo del brazo. De hecho, según el citado estudio, el 43 por ciento de personas entre 16 y 24 años considera que su smartphone tiene casi todo lo que necesitan saber o recordar.

Esta delegación a nuestros dispositivos, como si de un segundo cerebro se tratara, puede traernos problemas más allá de la memoria si perdemos el móvil o se nos rompe la tablet. ¿Qué pasa cuando esta nueva extensión del cuerpo humano desaparece?

Uno de cada cuatro mujeres y jóvenes encuestados, entraría en pánico si le pasara algo a su móvil, ya que es el único sitio donde guardan imágenes e información de contacto, revela el estudio. Además, el 40 por ciento de mujeres y el mismo porcentaje de jóvenes, se quedarían tristes si no pudieran recuperar sus recuerdos almacenados.

El experto subraya que además de la dependencia, somos poco previsores y no siempre duplicamos la información. “Cuando la gente se queda sin contactos, email o Whatsapp, sobre todo adolescentes, entran en crisis de ansiedad, de angustia e incluso de pánico”.

Pese a que el experto cree que “en el terreno de lo digital la batalla está perdida”, señala que podemos poner solución llevando a cabo otros ejercicios.

Es necesario por tanto solventar el problema “con otros tipos de memoria: memorizando poesía, haciendo recuerdo de conceptos, a través del arte, de la música” para tener una buena memoria de evocación sin que tengamos que sabernos todos los teléfonos de nuestra familia. Tan fácil como escuchar una canción y esforzarnos por recordar qué nos evoca, a quién nos recuerda, dónde la oímos por primera vez.

Lecturas sutiles Maduración infantil



Cuando el bebé humano nace, es totalmente dependiente del cuidado de su mamá, si no se lo atiende, no podrá sobrevivir. El recién nacido casi no ve y escucha con deficiencia, no controla sus movimientos y se comunica apenas por el llanto; a su mamá la reconoce sobre todo por su olor. Pero todo esto cambiará de forma gradual y radical, sus sentidos se volverán cada vez más sensibles, controlará sus movimientos y aprenderá a caminar, a hablar y luego también aprenderá a leer y escribir, logrará autonomía e independencia.

Este asombroso cambio entendido como desarrollo, tiene componentes que no se comprenden bien. Uno es la maduración cerebral o mejor, maduración neurológica; otro es el aprendizaje. Ambos factores interactúan entre sí y se influencian recíprocamente.

La maduración neurológica esta determinada genéticamente, tiene que ver con que las fibras delgadas y largas -axones- de las células nerviosas -neuronas- se recubran con una sustancia blanquecina llamada mielina; esta tiene la misma función que el aislante plásti-co que recubre el hilo de metal del cable eléctrico.

La mielinización de los axones se prolongará hasta los 15 años de edad. Pero además, la maduración neurológica implica la formación de nuevos circuitos neuronales; la conexión que una neurona hace con otra se llama sinapsis, una neurona puede tener cerca de quince mil sinapsis diferentes. Este último proceso se prolonga a lo largo de toda la vida. Entonces ¿cuándo terminaré de madurar? Pues cuando fallezca.

El aprendizaje está vinculado estrechamente con la interacción del niño con su medio, con las relaciones familiares y sociales. Es obvio que tampoco dejamos de aprender.

La adecuada estimulación es vital; la falta de estimulación, así como la estimulación fluctuante o la sobrestimulación son muy nocivas para la maduración neurológica.

Para el niño pequeño es de vital importancia que se siga de cerca este complejo proceso que es el desarrollo pues es muy sensible tanto a los factores orgánicos como ambientales.

La Psicología cuenta con instrumentos que permiten evaluar este proceso; algunos muy sencillos e inofensivos pero de probada validez y eficacia, entre estos el Dibujo de la Figura Humana de Koppitz y el Test Gestáltico Viso-motor de Bender-Koppitz. Ambas pruebas muestran con precisión el nivel de maduración del niño así como su estado emocional en el momento de la aplicación.

Detectar a tiempo un déficit o demora en el desarrollo del niño puede permitir revertir esta situación, pero que si no es detectada a tiempo podría hacerse profunda y permanente.

Maduración y desarrollo dependen de la integración de varios factores, biológicos y ambientales: adecuada estimulación, ejercicio físico, buena alimentación, hábitos de higiene y salud apropiados, y amor, mucho amor, el niño necesita amar y ser amado.

El amor de los padres y la familia fortalecerá la maduración neurológica, es indispensable para el desarrollo emocional, intelectual y físico del niño pequeño.

NOTA:

Si tienes algún tema que quieras sugerir,

opinar, aportar o divergir, puedes escribir

al correo de Claudia Méndez del Carpio,

encargada de la columna de psicología

claudiamen@hotmail.com.

La información será tratada con la confidencialidad que la ética obliga.


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