26 noviembre 2014

Fue creado con órganos artificiales Hombre biónico

Al principio lo llamaron Rex, acrónimo del término "robotic exoeskeleton" (exoesqueleto robótico). Pero poco después rebautizaron a la criatura con el nombre de Frank, en un guiño a Frankenstein. Frank necesitaba un riñón y se lo donaron.

Le hacía falta un páncreas... y consiguió uno. Lo mismo ocurrió con su corazón, la tráquea o los ojos. Frank no es una persona. Tampoco es exactamente un hombre biónico, aunque el documental que narra su gestación se llame precisamente "Cómo construir un hombre biónico", publica el XLSemanal.

Viene a ser, en realidad, un espectacular escaparate con los últimos desarrollos en lo que a implantes y prótesis biónicas se refiere.

Fue creado por la compañía británica Shadow Robo, y hasta el principal responsable de esta empresa Richard Walker se ha quedado sorprendido por la cantidad de órganos del cuerpo humano que ya se pueden crear en un laboratorio: más de un 60 por ciento de nuestro organismo fue creado artificialmente en el cuerpo de Frank. Tiene piernas capaces de andar, brazos, una tráquea, riñones, un corazón que bombea sangre artificial...

Cada una de sus partes fue creada en un rincón del mundo: desde California hasta Nueva Zelanda, pasando por Alemania o Gran Bretaña. Y todas ellas están destinadas a utilizarse en un futuro como reemplazo de órganos enfermos o amputados en un cuerpo humano real.

El precio de todos ellos alcanzaría, de no haber sido donados para el proyecto, un millón de dólares. En muchos casos se trata de prototipos en fase experimental.

Y, de momento, Frank no está completo. Le falta un aparato digestivo y lo más importante de todo: un cerebro.

Por ahora, este gigante artificial de dos metros de altura sólo funciona respondiendo a las órdenes de un ser humano que lo controla a través de un ordenador.

Tiene, eso sí, un rostro: el del psicólogo social de la Universidad de Zúrich Bertolt Meyer, protagonista del documental en el que él mismo relata el desarrollo de su versión biónica.

La elección de Bertolt no fue casual. Nació en Hamburgo hace 34 años con una peculiaridad: le faltaba parte de su brazo izquierdo, que sólo se desarrolló unos tres centímetros por debajo del codo. Prácticamente desde que nació, llevó una prótesis.

Al principio era un añadido pasivo, cuya función era únicamente la de acostumbrar al pequeño a convivir con una parte ajena a su cuerpo.

Más tarde llegaría una rudimentaria mano que necesitaba de un complejo arnés para ser controlada. Era muy incómoda y llamativa, y Bertolt apenas la usaba. Hace ahora un lustro recibió un implante que le cambió la vida: se llama iLimb e imita el movimiento de una mano real. Bertolt puede programarla desde su iPhone y, lo más importante, la mano responde a los movimientos reales de su antebrazo.

La mano biónica de Bertolt está dotada de una serie de electrodos que reciben la orden muscular del brazo de su portador.

Cuando el cuerpo envía una señal a uno de los electrodos, la mano se cierra; si la recibe otro electrodo, se abre. Controlarla requiere mucho entrenamiento, como aprender a conducir. Pero, gracias a esta mano biónica, Bertolt cuenta con una movilidad que jamás tuvo: ahora, por fin, siente que esta mano de aspecto futurista es parte de su cuerpo.

Falta todavía un aspecto fundamental: que la mano sea capaz de enviar al cerebro sensaciones, como el frío, el calor, el dolor... Muchos recordarán el momento en que Luke Skywalker recibe, en La guerra de las galaxias. Episodio V, una mano que reemplaza la que ha perdido en la batalla. En la película, su mano biónica experimenta las mismas sensaciones que la original y se comunica con el cerebro del héroe de la ficción. Hoy por hoy no hemos alcanzado todavía ese nivel de perfección, pero los expertos coinciden en que ese es sin duda el objetivo.

SU ANATOMÍA

Corazón. Puede bombear más de 3.700 litros de sangre diaria. Sería capaz de reemplazar un corazón humano durante un periodo de cuatro años.

Páncreas. Está en fase experimental, pero podría ayudar a pacientes con diabetes. Tiene un gel que responde a los niveles de azúcar en el cuerpo.

Exoesqueleto. Las piernas, que ya se usan en pacientes tetrapléjicos, permiten caminar, levantarse o sentarse, girar... Se manejan con un joystick.

Sangre. La sangre artificial es capaz de transportar oxígeno, pero todavía no se ha logrado una versión que reproduzca todas las funciones de la sangre real.

Cráneo. Se utilizaron implantes realizados con impresoras 3D. Este sistema ya se usa en pacientes.

Ojos y oídos. Su vista recae en el sistema Argus II, que convierte las imágenes en impulsos eléctricos y los envía al cerebro. Un implante coclear hace lo mismo con los sonidos.

Habla. Un programa informático le permite mantener una charla sencilla. De la voz se ocupó la misma compañía que realizó el sistema que usa Stephen Hawking.

Tráquea sintética. Creada con una impresora en 3D, el material con que está hecha puede incorporar células madre del paciente para que su cuerpo no lo rechace en caso de implante.

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