25 marzo 2013

Robots sociales (II)

Según Adams y sus colegas, en el artículo escrito el año 2000 titulado “Robots humanoides: Una nueva clase de herramientas”, un robot social debe tener capacidades de detección y entendimiento de comportamientos e indicaciones humanas, convenciones sociales elementales tales como expresiones faciales, movimientos de manos o miradas, e interacción sin necesidad de instrucciones o entrenamiento especiales. Asimismo deben ser capaces de emplear estos convenios para llevar a cabo intercambios interactivos humano robot. Muchos términos se están manejando para denominar o clasificar a los robots no industriales: robots sociales, robots sociables, robots personales, robots asistentes. Se denomina a todos estos robots no industriales simplemente como robots sociales. Tal y como se define en el artículo de Bischoff y Graefe, publicado el año 2004 titulado “Hermes, un asistente robótico personal versátil”, un robot asistente personal es “… una maquina versátil, que interactúa completamente de modo autónomo con su entorno y existe principalmente para el beneficio y el bienestar de los seres humanos quienes cómodamente pueden definir y asignar tareas al robot sin necesidad de realizar cambios físicos en él.” Ahora bien, los robots personales plantean una serie de requisitos que pueden ser analizados desde tres puntos de vista: hardware, problemas de implementación de una arquitectura de control, y de control, problemas a la hora de modelar un robot autónomo, capaz de aprender, de colaborar y de interactuar con el humano de igual a igual.

Se ha realizado un esfuerzo de unificar, a partir del estado del arte, cuales son los principales retos que plantean los robots sociales. Como se describe en el artículo de Fonga y sus colegas, publicado el año 2003 con el título de “Un estudio de robots sociales interactivos”, estos retos parten de la idea de tener un robot social que asista personalmente al usuario el cual pueda interactuar con el robot de un modo lo más natural posible. En el artículo escrito por Salichs y sus colegas, el año 2006 titulado “Maggie: Una plataforma robótica para la interacción social robot-humano”, se enumeran estos retos que son los siguientes: (1) Interacción de igual a igual. Tradicionalmente, la interacción entre el robot y el humano ha seguido un esquema de maestro-esclavo, en el que el ser humano actuaba como controlador principal del robot, teleoperándolo o enviando ordenes y supervisando que el robot realiza su tarea correctamente. En un sistema de este tipo, la autonomía del robot está limitada. El robot actuaba como una simple herramienta del usuario. El nuevo paradigma de interacción de igual a igual sitúa al ser humano al mismo nivel que cualquier otro objeto del entorno perceptible por el robot. (2) Personalidad de un robot social. Atracción y amigabilidad. La personalidad de un robot personal se refiere, por un lado, a un modelo interno del mismo que sirva como base de todo su comportamiento y proceso de la información, y por otro lado, a un diseño externo que favorezca la creación por parte del usuario de un modelo mental del robot. Otro efecto a tener en cuenta en el diseño del robot, o de su “personalidad externa” es el parecido humano que éste ha de tener, para maximizar la amigabilidad entre ambos. (3) Autonomía. Los robots sociales deben tener un alto grado de autonomía. No solo deben ser capaces de ser autónomos energéticamente, dirigiéndose a su estación de carga cuando pertinentemente así lo perciba el propio robot, también el robot debe tomar sus propias decisiones de acuerdo a sus propios objetivos internos. La autonomía está ligada al paradigma de interacción de igual a igual, ya que para que el robot sea percibido como un “ser vivo” debe contar con un nivel de autonomía equivalente al de los seres vivos. (4) Capacidad de adaptación: Aprendizaje. La capacidad de aprendizaje es una característica crucial para un robot social. El robot debe ser capaz de aprender de la experiencia acumulada en su interacción previa con el entorno. El aprendizaje debe aportar al robot nuevas habilidades. En Klingspor y sus colegas, en el artículo escrito el año 1997 con el título “Comunicación Humano-Robot y aprendizaje automático”, se distingue el aprendizaje de un robot para comunicarse con el ser humano y el aprendizaje de un robot mediante la comunicación con el ser humano y el aprendizaje de un robot mediante la comunicación con el ser humano, donde se incluye por ejemplo el aprendizaje por observación. En este sentido, la interacción juega un papel crucial. (5) Cooperación: Multimodalidad, iniciativa propia y capacidad de reacción. El robot personal social puede cooperar con otros robots o con seres humanos para llevar a cabo un objetivo que puede ser individual o colectivo. Este objetivo puede o no estar descrito de manera explícita, dependiendo de la arquitectura de control del robot. En esta cooperación de nuevo las habilidades de interacción juegan un papel esencial. Para llevar a cabo una interacción eficiente esta debe contar con tres elementos fundamentales: Multimodalidad, reactividad y proactividad. (6) Expresividad. Se habla en demasía de la necesidad de comunicación entre el ser humano y el robot social. Las capacidades expresivas del robot son fundamentales para esta comunicación eficiente. La multimodalidad no solo está referida a la percepción del cacto comunicativo del ser humano, sino también a la articulación del robot mediante gestos acompasados correctamente con la comunicación verbal.

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