24 marzo 2013

Robótica en Bolivia

SUPERANDO POSIBLES DUDAS

Quizá muchos padres de familia, incluyendo quienes no son del todo ajenos al área tecnológica, no quedan contentos cuando un hijo, el bachiller recién graduado, les anuncia sus planes de estudiar Robótica.



—Pero, ¿acaso ésa es una carrera?; ¿acaso hay eso en Bolivia?; y, ¿dónde vas a poder trabajar aquí si estudias eso?

Probablemente, las dudas se multiplicarán aún al comprobar que el heredero frecuentemente tampoco está en condiciones de contestar esas preguntas o, peor todavía, parece no conocer las respuestas o haber pensado en tales cuestionamientos.

Este artículo muestra que, independientemente de la inexistencia de una oferta en nuestro medio de carreras universitarias con ese nombre, bajo el enfoque adecuado la Robótica ofrece amplias oportunidades para el profesional que decida dedicar sus esfuerzos a la misma y, de hecho, por increíble que parezca, Bolivia puede enorgullecerse ya de contribuciones internacionalmente reconocidas en esta área eminentemente tecnológica.

EN REALIDAD, ¿DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO?



Al referirse a su interés por los robots, seguramente el hipotético bachiller no esté pensando en los que ya trabajan en nuestra incipiente industria: no tiene en mente, por ejemplo, los aparentemente sencillos brazos mecánicos automáticos que manejan las futuras botellas desde que la ardiente bola de vidrio fundido abandona el horno; ni aquellos que llevan a cabo el proceso de embotellado o enlatado en la fábrica correspondiente; ni los que son capaces de guiar repetidamente un corte preciso en madera o metal. Es mucho más verosímil que el joven haya quedado fascinado más bien por el estereotipo antropomorfo actualmente asociado de manera tan firme a la palabra robot.
Pero no hay que perder de vista que la Robótica incluye también, sin excepción, el estudio y eventual concreción práctica de todos los mecanismos industriales que acabamos de esbozar además de, por supuesto, los incomparablemente más llamativos “trabajadores” mecánicos de forma humana o robots humanoides, por más que estas realizaciones se hallen todavía en estado incipiente de realización, y más lejos aún de una posible comercialización masiva. Recordemos que, desde que la raíz eslava robota, con el significado de trabajo fue utilizada en 1920 por el dramaturgo checo Karel apek en su obra de ficción R.U.R., en la que describe un conflicto entre humanos y trabajadores (roboti) creados artificialmente precisamente para facilitar la vida de los primeros, el término robot quedó ligado a una creación mecánica antropomorfa susceptible de realizar distintas actividades bajo las órdenes de una persona, pero sin necesidad de mayor ayuda o intervención posterior por parte de la misma. La fascinación radica precisamente en esa opción.
Al referirnos a Robótica abarcamos, entonces, la gama completa entre todas estas posibilidades.

UN ENFOQUE MULTIDISCIPLINARIO

Dado que los mecanismos con los que pretendemos involucrarnos son capaces de moverse, evidentemente será indispensable conocer Física y, más concretamente, Mecánica, así como el lenguaje que les es propio: Matemática. Lo que quizá no sea tan evidente a golpe de vista es la muy íntima relación con el área de Tecnología de Información pero, si reflexionamos al respecto, percibiremos rápidamente la necesidad de establecer líneas de acción para los artilugios a ser creados, desde el simple movimiento del brazo mecánico que es incapaz de hacer otra cosa, hasta el conjunto complejo de reacciones que puede tener nuestro robot antropomorfo destinado a interactuar mucho más libremente con su entorno.

Entonces, el profesional en el área debe ser capaz de escribir programas de computadora para lograr que, dado determinado estímulo, el robot produzca la respuesta o tenga el comportamiento deseado y, más aún, dado cierto cambio (quizá imprevisto) a su alrededor, el robot logre la mejor respuesta posible hacia la concreción del objetivo deseado: un terreno amplísimo para el trabajo profesional e inclusive para la investigación de avanzada si pensamos que al presente ni siquiera contamos todavía con un método formal (un algoritmo) para lograr que un robot camine en dos pies de manera suficientemente cercana a la humana.

Es precisamente al tratar de reproducir respuestas o conductas humanas, en el área denominada “Inteligencia Artificial”, donde se ha realizado en realidad un trabajo particularmente extenso y se han logrado grandes contribuciones. Sin embargo, dada la gran complejidad del tipo de conducta que se califica como “inteligente”, el área queda aún ampliamente abierta a la investigación innovadora y la posibilidad de nuevas realizaciones.


CONCLUSIÓN: CON LOS PIES EN LA TIERRA

Entonces, con los recursos limitados de nuestro entorno, ¿cómo lograr un trabajo realmente importante en esta área de avanzada? El pasado 4 de enero, el Prof. Dr. Eduardo Bayro , un investigador boliviano reconocido como una autoridad mundial en el área de robótica humanoide, dio una extensa charla sobre el tema en uno de los ambientes del Edificio Jala. De esa fascinante conferencia quedaron muy claras cuando menos las siguientes conclusiones: Con trabajo constante y dedicación formal al área científica, con visión objetiva respecto a la necesidad ineludible de trascender la mediocridad y el camino fácil, la posibilidad de contribuciones nacionales trascendentes en el área tecnológica ya se ha hecho realidad en distintas oportunidades (“se puede lograr mucho con poco”). Si bien es innegable que nuestra actual infraestructura está lejos de permitirnos construir circuitos electrónicos (hardware) verdaderamente revolucionarios, la única limitación frente a la posibilidad de producir programas (software) de altísima calidad y que marque hitos a nivel mundial (por ejemplo en el área de la Inteligencia Artificial) radica solo en nosotros mismos; en nuestra formación y dedicación a la investigación formal.



En síntesis: ¡adelante con los intentos de incursionar exitosamente en esta área científica, sin perder de vista la necesidad de hacerlo precisamente así: bajo un enfoque científico!.


A quien Los Tiempos dedicó extensos artículos en esta misma revista en agosto de 2010 y junio de 2011.



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